El diván

Pintar no es lo único que me ayuda a mantener el equilibrio... cuando llegue al fondo según yo (estaba bastante equivocada, me quedaba mucho más por caer) pintar no fue suficiente, y debí llegar a recostarme al diván, a contar como me sentía, intentar llorar... lloro por todo muy fácil, menos en el diván.
Una vez a la semana, junto a un profesional, que transformo mi pena en enfermedad, intento ayudarme a tener salud, que raro suena... no puedo simplemente tener pena? es natural... la pena, la tristeza, la rabia, las ganas enormes de patear el piso muy fuerte, seria muy falso estar siempre feliz, sonriente, amando a todos...
El punto es encontrar el equilibrio, entre todos esos sentimientos locos que están en mi cuerpa, mi cabezota, y en todo lo que me rodea, si para aquello es necesario un profesional, bienvenido sea.

Aunque creo que lo que más me ayuda es viajar, por eso ya comienza mi cuenta regresiva para Mexico, en una de esas las deidades Aztecas y Mayas confabulan a mi favor y le hacen el favor al mundo, para que yo no sea tan... tan todas esas cosas que soy y a que ni siquiera defino... 

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